Ojalá una tarde de estas
te encuentre de malas con el mundo,
con la paciencia descosida,
y harta de la costumbre
y de la gente de siempre.
Ojalá te encuentre así,
con tu boca llena
de verbos afilados,
perdida como una polilla
que no encuentra luz
para golpear su locura.
remando a la orilla
donde no te alcance
un inminente naufragio.
Y que en ese instante,
cuando el cielo se te quiebre encima,
yo pase por tu vista
y, sin remedio, me elijás a mí como un faro.
Que te desquités con mi calma,
que rompas en mis brazos
y así comprendas
que este cariño mío
es poco más
que un refugio tranquilo
que aguarda
al final del acantilado.