Con un soplo acabó con ella,
con el refulgir de una estrella.
El mundo se siente más vacío,
sin ella.
Mi alma llora;
el dolor está tan presente
que no hay dónde esconderse.
Hay heridas y cicatrices
que no tienen cura;
el consuelo se presume cero.
Un manto frío muerde mis hombros;
se hace más intenso con cada latido.
Parece imposible
que se haya ido.
El cariño que te tengo,
infinito,
jamás se ha extinguido.
Te guardo en un lugar donde,
pese al dolor y la pena,
brilla siempre
una luz serena.
Rubén Romero Toledo © 2025 todos los derechos reservados