El espiritu y su control
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¡Eh Yemayá, rompe la calma ¡
Baila Changó, quiebra el tambor!
El aire quema, el alma sangra,
cuando el espíritu toma el control.
En el solar de la noche encendida,
retumba el cuero bajo la cruz,
la sangre vibra, la voz se olvida,
y el santo baja envuelto en luz.
Sudor y miedo cruzan la tierra,
los ojos tiemblan, la voz se va,
la sombra entra, la carne cierra,
y el alma siente lo que no está.
Tambores viejos llaman al fuego,
orishas danzan en su ritual,
el cuerpo tiembla, ya no hay sosiego,
la fe y el miedo son igual.
Una mujer grita, cae rendida,
el trance la alza, ya no es mortal,
la voz del muerto marca su vida,
habla un espíritu colonial.
En esa noche de piel y canto,
la historia arde sin compasión,
negros y dioses, dolor y manto,
rezan al ritmo de la posesión.
Los siglos pesan sobre el sonido,
cada tambor guarda un clamor,
de un pueblo antiguo, jamás vencido,
que alzó su fe contra el opresor.
cuando el santo toca la mente,
no hay razón, ni tiempo, ni voz,
la carne tiembla, el alma siente,
la herencia negra hablando en Dios.
¡Eh Yemayá, rompe la calma!
¡Baila Changó, quiebra el tambor!
El trueno ruge, la noche manda,
y el alma grita: ¡soy tradición!
Sebastian C./6 de octubre de 2025,