Recuerdo aquellos días de la infancia
cubiertos con el manto de inocencia;
que juntos caminamos a la escuela
cursando el sexto grado de primaria.
Recuerdo su sonrisa dulce y clara
hablando tan contenta de sus metas;
diciendo con fervor, que ser maestra
sería de su vida la esperanza.
En medio de alegrías y algazaras,
de nuestra promoción el día llega;
y el brillo de su cálida mirada
me dice que cumplimos la tarea:
¡Más siento que éste triunfo nos separa
fluyendo desde el alma gran tristeza!
Autor: Aníbal Rodríguez.