No hay rutas
conocidas,
o están abiertas,
allí,
como un sepulcro,
que espera a los ancianos
y a mí.
Son las codiciadas ideas,
que me hacen razonar
y no me dejan saber:
¿Qué destino?
¿Qué muerte?
¿Qué silencio?
¿Qué tiempo?
En las ventanas
abiertas
de mi alma,
hay bruma,
quiero saber por qué?