Quererte a mi manera,
en un dulce mutismo.
Que no me pidas decirte que te
quiero o que te extraño.
Que lo percibas, lo adivines y lo dejes
fluir como las olas.
Que no preguntes en qué pienso,
si me encontraras mirando la
puesta de sol por la ventana.
Que tengas corazón y no blasfemes.
Que seamos dos seres que se amen
y se abracen sin afán en esas tardes.
Que te pueda extrañar sin condición,
sin pretensión, sin avidez, absurdamente.
Que la mujer que amas, la que soy,
la que te admira, te espere sin horarios
y escuches latir mi corazón
desde tu esquina.
(L.G.)