En medio de huracanes, patino sonriente. Vacilando a los canes que ladran sandeces. ¡Remedo de cavernícola!, el chimpancé, que me aviva con su aliento fúnebre.
La atrabilis de mi madre, avizora el pesebre en que llevo el alambre del que cuelga mi busto enclenque...
Un juramento nesciente, se escabuya entre mis dientes; lastimando el paraje, del cual soy paciente.
Si el tren pasara seguido, los rieles, ¡firmes aguantarían el fugaz cobijo!