Tomás Jácome

Ceguera del alma

Tal vez fui yo…
sí, tal vez fui yo el culpable,
por no ver las sombras que danzaban
detrás de su sonrisa amable.

Me lo dijeron ,¡Dios, cuántas veces me advirtieron!,
mi profesora, la vida, el dolor…
pero yo, ciego, sordo, perdido,
me aferré a un espejismo de amor.

Estaba tan cegado…
tan lleno de ilusión y mentira,
que no escuché las voces que gritaban
mientras su falsedad me hería.

¡POR QUÉ!
¿Por qué no vi las señales?
¿Por qué callé mi corazón?
Solo miraba una imagen falsa,
una ilusión sin redención.

No entendí el daño que me hacía,
no sentí la herida… hasta que partí.
Y al irme, el alma se rompía,
y supe, por fin, lo tonto que fui.

Hoy lloro, sí,
lloro por el amor que inventé,
por la verdad que negué,
por todo lo que entregué…
a quien jamás me quiso ver.