Me he vuelto verso libre que no se acopla a sonetos.
Me he vuelto verso libre que ni los relojes controlan mi tiempo.
Hasta mis venas gritan de emoción sin saberlo, porque siempre voy al ritmo de mi tambor.
Soy el canto que llora y se rompe,
en su manera más desastrosa de amar
se desarma en el llanto como las gotas de rocío al alba.
Ese llanto desgarra mi alma en miles de pedazos,
y al final queda la viva voz del verso:
la carne en las estrofas,
las lágrimas ardientes,
los poemas eternos,
y vientos que susurran en mi oído un \"te quiero\".
Por eso no soy ni siquiera oda,
porque pongo el vino
y la libertad
en una sola copa.