Con el paso de los años
se quedan muchos recuerdos.
Unos buenos, otros malos,
y los buenos son intensos.
Cuando llega el gris otoño
también llega el viento fresco
con recuerdos y añoranzas
que se alojan en el pecho,
en la mente y en el alma,
y parece que son sueños
con el paso de los años
pues los miras desde lejos.
Pero el tiempo transcurrido
que sin piernas va ligero,
ha dejado muchas huellas
como nieve en los abetos
que se muestra encanecido
pero así, también esbelto.
Con el paso de los años
uno aprende a ser discreto,
más ecuánime y sensato
y con síncope de viejo
cuando el corazón cansado
trastabilla por momentos...
Y al pasar luego los años
con mis ojos menos veo,
pero siento con mis manos
la caricia de los cierzos
y también la lluvia fresca
que desciende desde el cielo
como lágrimas que caen
añorando viejos tiempos...
Y esos mares y montañas;
y esos lagos y esos cerros,
como son lindos paisajes
yo los llevaré aquí adentro
porque fueron en la vida
los que dieron largo aliento,
al igual como los frutos
de los hijos que yo tengo...