Eres tan blanca,
nieve de perla, y de boca fresca,
que de un manto de seda,
te desmoronaste como una tarta de nata...
Y el que te habla...
con esta poesía que amor provoca,
blindó por tu belleza...
con una concha de mar, marinera...
Tu luz tornasolada...
maravilla, de toda maravilla habida,
se refractó prodigiosa,
y su flujo en mi alma se desbordaba...
Deja que me vaya,
¡Ay, amor! de la perla de tu boca,
de tu blanca candela,
que nos llega ya, la noche obscura...