Ricardo Castillo.

Nosotros, después de todo

¿Puede acaso sobrevivir al tiempo
un pequeño gesto de ternura?
¿Y estar por encima de la edad
y de todas las cosas efímeras?
¿Atrapar el instante de la historia
y hacerlo eterno?
¿Negarse a terminar su grandeza?
¿Negarse a su propio entierro,
sin funerales, ni cañones, ni trompetas?

RC

Ahora que nos hemos tomado el agua
y el vaso quedó vacío.
Ahora que estamos en la puerta de embarque
detrás del vidrio diciendo adiós.
Ahora que no tenemos casa ni mujer ni ningún hijo.
Ahora que las calles son más anchas y desconocidas.
Ahora que se nos gastó la tinta del lapicero
y hemos llenado todo el cuaderno con apuntes.
Ahora que, sin saberlo, leímos por última vez el poema.
Ahora que son himnos las muertes de los héroes,
que invocamos consignas y florecen los mausoleos.
Ahora que todos somos inmortales
para insistir en la muerte.
Ahora que se marchitó la rosa entre las páginas
de Los hermanos Karamázov.
Ahora que ya hemos gritado por la justicia y por el castigo
en medio del júbilo de victorias.
Ahora que ya hemos sido traicionados y reconciliados.
Ahora que prevaricamos sobre los que aman y los que odian.
Ahora que rechazamos el abrazo y abrazamos el rechazo
que amamos y nos amaron
que odiamos y nos odiaron.
Ahora que renunciamos a las casualidades
y acogimos el embuste de las certezas.
Ahora que no hemos podido regresar del exilio
e ignoramos que ya no regresaremos.
Ahora que nos hemos convertido en testimonio
de nuestro propio azar.

Nosotros, los no nacidos,
mientras unos barbudos vestidos de verde olivo
entraban en La Habana
y encendían puros
(mientras Ernesto urdía sus versos de Getsemaní en Kentucky
y conversaba con Merton sobre la poesía, la fe y la justicia).

Nosotros, los nacidos cuando caía el Sha de Irán,
mucho tiempo después del último zar
y de Lenin escuchando la Appassionata.
Nosotros, los nacidos algún tiempo después de Mao y de Luther King.
Nosotros, después de las colonias en India, Argelia, Kenia y Vietnam.
Nosotros, los del antisemitismo y del pueblo sin tierra
y de la tierra sin pueblo.
Nosotros, los del Aliyá y los árabes desplazados.
Nosotros, mucho tiempo después de los Seis Días y del Yom Kippur.
Nosotros, los de la guerra y la paz.
Nosotros, los del clavel rojo y Grândola, Vila Morena.
Nosotros, los de la energía nuclear y el transistor.
Nosotros, los de la era digital.
Nosotros, los del feminismo y del travestismo.

Preguntamos en voz baja:
¿Por qué abandonamos a Reinaldo en Nueva York
y enviamos a muchos hermanos a los campos de trabajo forzado
mucho antes de nosotros, durante nosotros mismos
y mucho tiempo después?

Nosotros, los del departamento de los poetas torturados.
Nosotros, que fusilamos a Lorca en la madrugada junto a un olivo,
«por los perseguidos: el gitano, el negro, el judío…, el morisco que todos llevamos dentro».

Nosotros, los sobrevivientes sin lengua,
los que, habiendo repasado la memoria,
olvidamos que el vaso está vacío.
Nosotros:
que nos fuimos de la sala de embarque hace mucho tiempo.
Y no pudimos regresar.

Ricardo Castillo
De: Pájaro rojo, 2025.

Fotografía: © Mahmoud Abu Hamda, Magnum Photos.

Fuente:
https://medium.com/@albatros.blog/nosotros-despu%C3%A9s-de-todo-135f684d701b