Caen las hojas de las buganvilias
cual perfumada fantasía de lluvia.
Caen y se amontonan en mi alma.
No caen marchitas, sino con vida.
Que besen el aire las hojas rosas.
Mi viento soplará con melancolía
para llevarlas lejos de mi corazón;
lejos de mi memoria, de mis ideas.
¿Por qué amar nos hace vulnerables?
¿Por qué mi corazón es vulnerable?
¿El amor es un eterno juego otoñal
donde las hojas caen con tristeza?
Realidad ilusoria, engañosa.
El amor no existe para la ignorancia,
ni para estaciones y cegueras.
Amar no es admirar hojas caídas.
Amar es suficiencia inexistente
provista de voluntad y sueño
para florecer rosas en eternidad;
más allá de promesa y muerte.
Escribirle cartas de amor al viento,
romper paradigmas con palabras;
poesía y sentimientos complejos.
¿Quién desmiente ya este poema?
¿Quién desmiente ya este amor,
esta incompleta estrofa…?
¿De mi vida?