Últimos rayos de Luna, una danza en la herida de la madrugada —
decían los cuerdos,
mientras los locos bebíamos del charco donde ella sangraba.
Sangre noble, impía,
de un llanto que nunca fue humano.
Tentación oscura de amantes,
reina sin reino,
mirada sin calma.
Llorando su propia eternidad
sobre el silencio
de aquella madrugada.