Jesús Ángel.

Viaje al interior.

 

Si quien evoluciona comprende,
y quien comprende actúa en consecuencia...

quien actúa en consecuencia
tiene toda una vida para mejorar.

Si es así...
la supervivencia humana es un fin o un medio:

¿Hacia la evolución personal
y la entrega?

Y es justo aquí,
donde nacen otras dos preguntas:

¿Alcanzar lo mejor de uno mismo
y ofrecerlo a quien venga, sin pedir pruebas,
para luego partir sin certezas...
pero con los deberes cumplidos?

¿Son los pilares fundamentales de la existencia,
junto con la propia supervivencia?

Generación tras generación,
en un ciclo perpetuo
de aprendizaje, entrega y crecimiento.

Si las preguntas anteriores
son, a la vez, respuestas acertadas...
¿entonces?

Más allá del estatus, del yo y del rol,
el conocimiento profundo de las cosas...

¿habita en los libros
o en la propia vida?

Y cuando esta es vivida con conciencia,
¿conduce al conocimiento esencial?

¿Al porqué y al para qué
de nuestra propia existencia?

Sin duda que, para mí, sí.

Entonces...
¿soy participante en un juego eterno e invisible?
¿Una danza silenciosa, imposible de descifrar?

¿O formo parte de un ciclo generacional infinito
que nunca voy a comprender?

Por eso,
si evoluciono, comprendo.
Si comprendo, actúo en consecuencia.
Y si actúo en consecuencia,
tengo toda la vida para evolucionar.

¿El qué?
Lo de siempre...

Alcanzar lo mejor de mí mismo,
siempre por mejorar,
y entregárselo a quien venga,
sin pedir pruebas.

Y haya cada cual con lo suyo,
pues de lo que uno se alimenta y da,
más tarde o temprano...


uno recibe o recibirá.