Gratitud En El Ocaso
Llegaste a mi vida en el ocaso del camino solitario,
trajiste contigo el destello de una mañana primaveral,
mientras yo habitaba en la penumbra de un invierno sin fin,
llenaste el silencio con tu canto de alegría desbordante,
y tu risa joven iluminó mi horizonte gris.
Bajo el resplandor de las luces y el teatro de la vida,
mi corazón se rindió ante la gracia de tu ser,
bebí de la fuente de tu espíritu vibrante y puro,
construimos un refugio de sueños compartidos ayer,
donde cada promesa nacía como una estrella nueva.
Eras el verano en su esplendor, un fuego dulce y calmado,
yo solo era un barco perdido en la niebla del olvido,
me mostraste el color de los campos en floración,
el calor de tu abrazo derritió mis hielos antiguos,
y sembraste esperanza en el suelo de mi alma.
Aquella dicha radiante que floreció entre mis manos,
se escapó después sigilosa con el viento del otoño,
dejando solo el eco de sus pasos en la madrugada,
y un vacío profundo que reconozco para siempre,
pues sé que no regresará aquel tiempo de luz.
Tú apareciste cuando la noche comenzaba a descenderme,
con la fuerza vital de los ríos que corren libres,
eras el amanecer que pintaba de oro mi lontananza,
el impulso vital que crece en el jardín del mundo,
y yo, simple testigo del lento pasar de las horas.
En el escenario brillante de aquellos días memorables,
te vi danzar con una luz propia que cegaba mis sentidos,
compartimos versos de una canción que el tiempo apagó,
guardé cada instante cual tesoro en lo más hondo,
pero la función terminó y el telón cayó sin remedio.
Nunca más volverá a mi lado la claridad de aquellos días,
ni el consuelo de tu voz susurrando dulces palabras,
solo queda la certeza de lo que fue y ya no existe,
una paz agridulce que habita en mi pecho tranquilo,
aceptando que el ayer se marchó para no volver.
Mas agradezco el milagro de tu visita inesperada,
el don fugaz de tu compañía en mi momento oscuro,
fue un regalo brillante que atesoro con calma serena,
una historia perfecta que vive en su propio momento,
y que con gratitud guardo en el álbum del recuerdo.
—Luis Barreda/LAB