LOURDES TARRATS

Brasa breve

El tiempo
es un cuchillo.
No hiere —
corrige.

No deja sangre,
pero sí la memoria
de haber sido cuerpo.

Ven.
Desvísteme del gesto
de amarte,
como quien arranca
una flor ya cerrada.
No por belleza.
Por tacto.
Por la delicia que deja

Antes que el viento se la lleve.

Así,
despojada,
mi alma se pliega
como pergamino
a la llama.

No es ofrenda.
Es tránsito.
Una abertura
que ya contiene el cierre.

El amor —
no pide raíces,
sólo un resquicio de tierra
para erguirse
y colapsar
en el mismo temblor.

Gocemos esta llama
sin reloj.
La eternidad
es el miedo vestido de oro,
el intento de sujetar
lo que se hace humo
por vocación.

El deseo de poseer
es el error
de los que confunden
movimiento
con pérdida.

Cuando el pulso
se aquiete,
cuando lo vivido
se enfríe
como brasas rendidas
al filo del alba,
sabrás:

amar
es permitir que el otro
sea
fuera de uno.

Sin anclas.
Sin cerrojos.
Sin nombre incluso.

Y si el tiempo ha de cortar,
que lo haga
cuando aún duele.
Cuando aún
arde.

Vi una hoja caer
sin ruido.
Y supe:
todo termina con más ternura
de la que creemos.

—L.T.

10/6/2025