La envidia en vida asesina
en un minuto, un momento.
Preguntó a aquel que arruina
un paseo en calles grises
por mirar a quién no cubre
su cuerpo y sin deslices
solo danza en una lluvia.
Celoso acude al desprecio
el precio: su vida enturbia
cual cual cuervo alaba las plumas
del pavo real, en silencio
sincero ataca a oscuras
arrancándole las plumas.
Pasado el tiempo y el suceso.
—Bellas son indudablemente
cada una de sus alas.
Oye de su compañero
y responde angustiado.
—¿Harás lo que yo he hecho?
—Lo envidio más lo admiro,
no causará el sufrimiento
que yo me vuelva más bello.