Optimismo, hijo bastardo y tragón
de asaz arrepentida vida arrítmica.
¿De madre? Las iniquidades bíblicas.
¿De padre? Idealismo y corrupción.
Antihéroe con aires de justicia,
privando a los pueblos de la verdad,
lucha aparente sin utilidad
y a cualquier pobre despistado envicia.
Le aplauden los más altos subnormales,
es de esperar, sin importar la tez,
pues ellos son amigos de los males.
Si nadie grita: \"¡Al menos, sensatez!\"
será ese el fin de inteligencias tales
que nos cubran de aquel malvado ser.