Vivir intensamente
tiene esas cosas, batallas que ganas
o batallas perdidas, saborear las mieles
de la vida y conocer
del látigo fustigador su férula marcada.
Vivir, siempre vivir dando cara a la vida,
sin regates, sin maniobras ni atajos,
intensamente vivo hasta experimentar
cuánto has vivido, cuánto has amado,
cuánto has sufrido. Y así... con las heridas,
como es natural, afrontando la vida
como si fueras un ser impermeable.
Oh, indolente poeta, sensible
a cualquier rapto de la atmósfera,
redimido al bien o contaminado
por el sarpullido del sufrimiento,
cuéntales de la infancia fantasías,
y cuéntales a quienes lo deseen,
cuéntales las historias y los dramas
de la gente que quiso
luchar por otras cosas
y no pudo más que arrastrar cadenas
o morir con el grito entre los dientes.