Luz pura, permanente,
del Supremo Dios omnipotente...
es mi amigo confidente,
que ama mi corazón ardientemente...
Dichoso el que vive,
junto al calor de tu viva lumbre,
que al alma socorre...
como la madre a su delicado infante...
Ya el Niño duerme...
con San José custodiando el pesebre,
y María su dulce Madre,
al eterno Rey le acuna y le protege...
Colmado de tu relumbre,
como el júbilo de una flor incipiente...
mi espíritu florece,
ya que trasciende a tu amor providente...