II
Las cruces sin nombres a la orilla del camino,
como sombras delirantes del abismo profundo,
los rostros adormecidos, luces apagadas,
los sueños olvidados, sin cantos juveniles,
estiran sus días, las horas, cada minuto,
el ser arrojado en los rincones del absurdo,
nada que decir, el calor húmedo de siempre,
todos miran el reloj, llegarán a sus casas,
miradas perdidas en la oscuridad del silencio,
mañana será lo mismo, hambre, miseria, muerte.