Lo más triste de alejarse del ser amado,
bajo la consecuencia de tus actos,
es que la despedida se vuelve tormento,
una herida abierta que sangra en silencio.
Porque te amó y no supiste valorarla,
te idolatró y no quisiste verlo.
Lo más triste de esta despedida
es que quiebra la memoria,
desarma lo vivido,
arrastra lo que un día fue refugio,
seguridad y alivio.
La ceguera de tus actos
sembró un vacío sin retorno,
un abismo donde ya no hay salida.
Solo queda que tu ausencia,
como lluvia tardía,
cicatrice las heridas que dejaste;
y que la distancia,
como un lento amanecer,
permita que el alma vuelva a levantarse.
Luz de Flores