Andrés Mª

ARBORESCENCIAS

Mi árbol se ha desnudado

y Dios lo viste de invierno

con el ropaje del viento.

Mi savia es fuerte y compacta

 y mis brazos se estiran

para tocar el cielo,

para mecer mis horas muertas

entre nubes de algodón,

para escribir con mi pluma

el poema inacabado de mi vida,

que en invierno renace de nuevo.

Es un ciclo urgente y necesario.

Si no puedo dar… no sé vivir.