Lo rojo de tus labios
Herida santa de rubí cortado,
donde el vino resbala lento,
y en su curva tiembla
la fatiga del deseo.
Hablas,
el aire sabe a hierro,
como si todo el amor
tuviera olor a óxido.
Tus labios—
no son carmesí,
son esa frontera,
lugar donde mi fiebre
aprende a rezar despacio.
Porque soy
animal de penumbra,
que bebe de ti el silencio,
ese silencio cortado,
sombra del rojo de tus labios
ese que bebió de mí.
Mientras el vino aún caía lento.