Alejandro Tejero Escribano

ave, niña, color de rosa

POEMA DE LA NIÑA ROSA

 

¡ AVE , NIÑA, COLOR ROSA

Del jardín la más hermosa ¡

Al despertarme del día

Las gaviotas y palomas

Ruidosas buscan comida

En las terrazas de bares.

En mi pensamiento andaba

Centrado, por una acera

De una calle de Gijón,

Sobre el hecho mañanero.

                 Niños con mochila a la

Espalda camino al `cole´,

Al tiempo que me adelanta

Una niña muy deiforme[1]       

No menor de 18 añitos;

Luz de sol de primavera

Iluminó color rosa

Sus mejillas ovaladas.

Con su cara indescriptible  

De belleza y gran sonrisa

Se reflejaba en la brisa

Su hermosura y sutileza

En sus modales y andares

Al ritmo de su cadera

Y tonificadas piernas

Como indómita doncella:

Un cuerpo perfecto, envidia

Del mejor escultor griego.

Del amor y pasión símbolo

Con su atractiva melena

Deja a su paso el olor

De una rosa perfumada

Con la preciosa promesa

De altura al amor divino

Que obnubila a toda mente

Con encantos seductores.

Pechos altivos y firmes

Que anhelan toda caricia

De mano suave y sensible

Del botón más importante

Y lascivo de su cuerpo

 Esbelto, bello y radiante.

                Al ritmo de sus caderas

Y sus piernas torneadas

Y al movimiento que oscilan

Los pliegues de maxifalda

Y por lado descubierta,

Enseñando pierna larga

Por lasciva raja abierta.

Digna de una beldad griega.

 Hasta la sombra del cuerpo

Aparece en duro suelo

Perfecta por su elegancia.

Volaron cual ramillete

Los pétalos de alegría

Con el olor perfumarte

Perdido en el laberinto

En el momento vivido.

                 El delito cometido

Por el hombre fue tener

Privilegio del SUPREMO

DIOS haber sido elegido

En seguir su creación

Y ser el divulgador

De tal egregia existencia

Por todo el gran universo.

Pienso cómo puede ser

Tan cruel con el hombre que,

En perfeta creación,

Le hace nacer y morir

Con el mismo sufrimiento,

Y al final deja que el cuerpo

Florido como una rosa 

hoy, seca estará mañana.

 

Me doy cuenta del misterio

Que nunca puede entender 

El contraste de mujer

Anciana en la silla al pie

De la negra sepultura;

Que ayer competir pudiera

Con esa niña perfecta

De tan ardiente belleza.

Con un pequeño descuido

 Vuelvo a la realidad.

  Alejandro Tejero Escribano. Gijón, 3-10-2025

 

 

 

 

 

 

 

 

[1]  Con figura de deidades.