duraznense

ODA AL VINO

ODA AL VINO

 

Son horas inciertas, estas horas, son raíces de silencio

que se hunden en el abismo de la sangre,

sienes que palpitan en un lánguido ensueño,

y un conciliábulo de corazones, de almas y de cuerpos,

y un aquí y allá, y dos platillos de báscula

donde olvidos y recuerdos, porfiando se distancian.

 

Son ceños cejijuntos, que gastaron sus días

en el ambiguo goce de celebrar asombros,

y a la sombra de ellos, como dos ciegos andantes,

los ojos, siempre ellos, vecinos del desmayo,

esperando una luz que al punto los redima

de aquel inmenso adiós que en un verano oyeron.

 

Tan solo los labios no carecen de cielo,

tan solo sus aromas en el hielo no mueren,

como un portal se abren en las noches umbrías,

para que entre el veneno que dormirá sus penas.

 

Es un sorbo profano que muerde la garganta,

la sierpe que más tienta el alma de los hombres,

la que mata él hastió y duerme la conciencia…

¡La sierpe incontrolable del amoroso vino!