AHOGADO.
Aquí donde el sonido no llega, aquí donde tu nombre hace eco como un oído enterrado dentro de una caracola, aquí con tu nombre lejos, aquí encuentro la paz.
Aquí ya no yacen mis tormentos y las flores tienen otro color y otra fragancia.
Aquí pierdo el aliento como una vez lo perdí a tu lado.
Aquí mis lágrimas se funden y confunden con el agua y la sal. Mientras el dolor se va alejando, como el cielo, que se esconde cada vez más encima de la línea subjetiva que separa al aire del agua, la misma que me tira hacia lo más profundo con la misma velocidad con que las estrellas se separan unas de otras.