Desde el cielo vengo siguiendo
tus huellas de barro
consentidas de río
apelmazadas de brío
y en tus ojos el desparpajo.
Todo aún es penumbra
sin tus huellas de barro
en la quintaesencia de mí
atesoro el frenesí
en el atanor de antaño.
Con el amor que me alumbra
y en cada paso un farol
para ver tus huellas de incienso
sé de la luz de tus manos
y la vibración de tus pasos
por eso estoy aquí
observando cada rincón
con un ángel de la mano.