He buscado en mi mente mil palabras
con las que pueda finalmente decirte todo lo que eres para mí,
y no las he encontrado.
Fui al mar para inspirarme en su grandeza
pero me pareció insignificante ante la inmensa belleza de tu piel.
Le pregunté al viento que si al volar por el mundo miró otra puesta de sol más bella que la que se refleja en tus pupilas, y simplemente contesto jamás.
Acudí ante el majestuoso sol para que me mostrara la más hermosa luz con la cual poder describir el reflejo de tu alma, pero el destello de mi boca, producto del último
beso que me diste, lo segó.
Soñé con la luna, perfecta inspiración de poemas de amor y de ternura, de sueños de pasión y de exquisita dulzura.
Hacedora de magia que transforma en el más sublime amor la más pequeña rosa.
Soñé con la luna o por lo menos eso pensé hasta que desperté y te pude ver frente a mí, como siempre fresca, tierna y bella.
Al verte comprendí que no debía buscar más, que palabras con que expresar lo que mis ojos ven en ti, no hay.
Tendré que conformarme con decirte simplemente: te amo.
12 enero 1998