Un soplo antiguo abrió mi sombra en calma,
nació tu luz detrás de lo invisible,
apareciste, y todo fue posible,
mezclando en mí tu nombre con el alma.
Incendio leve que en la duda inflama,
retumba en mí tu paso imperceptible;
aún no sé si eres sueño o apacible
destello de otro mundo que me llama.
A veces creo oírte en mi desvelo,
bajando entre los pliegues del sentido,
al filo del misterio que me aclara.
Serás acaso un eco del anhelo,
tal vez el sol que habita lo perdido,
órbita pura donde el alma ampara.