El tiempo no cura; solo acomoda las memorias como hojas que flotan sobre un río silencioso.
Ella aún escucha su risa, y el eco se enreda en su pecho,
no para volver, sino porque fue real y dejó su luz.
Amó sin reservas, y comprendió que los amores verdaderos no se pierden:
se vuelven viento, sombra y fuego en la memoria,
se transforman en murmullos que acompañan los pasos
de quien aprendió a caminar con lágrimas discretas y esperanza intacta.
Extrañar no es retroceder:
es contemplar un paisaje que ya quedó atrás, eterno en su alma,
y avanzar mientras la nostalgia se convierte en estrellas que guían el camino.
๐๐ช๐ฟ๐♥๏ธ
04-10-25