No tengo más que un puñado de letras,
un viejo cuaderno para llorar.
En él te dejo, como un suspiro,
como un latido que no se va.
No voy a atarte con mis palabras,
ni voy a herirte con mi verdad.
Prefiero amarte desde la sombra,
prefiero amarte sin esperar.
Y así te escribo, y así te pierdo,
y así te dejo en cada renglón.
Porque soltar no siempre es olvido,
y porque olvidar… no es opción.
Y si algún día tropiezas conmigo,
cuando el destino te haga mirar,
sabrás que un hombre, desde el silencio,
te amó en los versos de su final.