Rafael Parra Barrios

A nuestra amiga, Patricia Sabag: ¡Levántate, vamos!

La imagen superior muestra el Santuario de la Madonna del Sasso, un famoso lugar de peregrinación en Locarno, Suiza.

 

 

A Patricia Sabag:

¡Levántate, vamos!

 


​Musa y amiga,

exquisita rapsodia,

que tiene en Suiza 

su cuna natal,

mas es su alma 

el río de la lírica,

lluvia de sonrisas

que refresca la vida,

cuando más lo necesita.

​Sueñas y nos haces soñar

en círculos de amor.

Navegas en alta mar,

reman tus versos

en su dimensión universal.

​Tu luz, sol íntimo,

broncea el alma

y el color del sueño,

pintando tramas con fervor.

Letras que erizan

y conmueven por dentro,

estrujan vehemente

ritmos ardientes.

​Odas, estelas que aparecen

y a la vez vencen el tiempo,

vuelven, nunca perecen.

Sentimientos inefables

que sólo tú
escribes y haces,

olas de tu virtud

que siempre bañan y amanecen.

​Tu mágica pluma,

dictamen de tu corazón,

palpita y desnuda

el amor y la pasión.

Palabras que palpan y reviven

lo recóndito del ser,

su existencia,

que en un mundo insólito,

sacuden y entusiasman

el escabroso camino

de las desandanzas.

​Por fortuna,

empinados pasos

qué de la álgida lírica

asumen la gesta,

bandera de libertad

y de la naturaleza.

Es la batalla de las letras,

el maravilloso mundo

de tu creatividad

que mueve el piso

y surge la oportunidad.

¡Impresionante!

​Eres un sueño de amor

que trasnocha e inspira

versos de tu sabor.

Tus palabras,

un universo de ensueño,

donde las sombras

tienen voz

y el vacío palpita

con presencia sin temor.

​Viaje hermoso por la trascendencia

del tiempo fecundo de tu poesía,

ser poético que resuena,

eco profundo

que se escucha,

donde existes,

motivando encuentros

galácticos y eternos.

​Esos duendes de la utopía,

trozos de tu obra,

amor y filosofía,

elixir de la vida.


Epilogo


Eres en Poemas del Alma,

pedazo glorioso de tu fantasía,

de tu cosmos,

único y apoteósico.

En nosotros andas, 

vivimos tu bella fronda

y lamentamos tu caída. 

​Hoy te lo decimos desde adentro...

Patricia te añoramos,

poeta te queremos,

maestra te necesitamos.

¡Levántate, vamos! 

Vuelve a casa,

te esperamos,

excelsa y sana,
 
así lo proclamamos

y ante Dios, por ti, oramos.