Con esa fotografía tomada desde el monte de Ibio, en Mazcuerras, Cantabria, España, os comparto estas letras al sábado:
Junto con los vínculos
que nos sostienen,
las compañías que nos nutren
y el amor...
que revela lo que somos
y lo que nadie puede ocultar.
La soledad, más allá de la pena
o el vacío,
del desierto árido, silencioso o desolador...
Es un camino de puertas abiertas,
un bosque vivo,
lleno de resonancias,
de vida plena
y de oportunidades enteras.
Y parte imprescindible,
hacia el encuentro verdadero con uno mismo.
Pues sin ella
no se alcanza la paz interior.
Y así la vivo yo:
como la maestra
del ser que en mí se gesta,
y artífice del porvenir.
Por eso siempre digo con fervor, como el agua al río,
no sin mi soledad soy;
y como la luz al día...
¡no sin amor estoy
allá a donde voy!
Y tú, ¿cómo la vives?