Mimosa, Musa
Pues sí,
sí siento lo que siento.
Ni un solo momento
me dejé perder
por otro aliento,
por otros besos.
Ni siquiera quise perder el tiempo:
¿para qué?
Para saber que no me gustaba
si no era tu boca,
tu pelo,
tus manos,
tu cuerpo.
¿Para qué me voy a engañar?
Si al cerrar los ojos mientras beso
quiero imaginar que siempre eres tú…
y cuando los abro
y no te siento dentro,
no he querido ser tampoco el mejor,
porque el mejor lo hubiera sido
hoy,
mañana,
la noche,
y los próximos días.
Pero no soy egoísta…
y lo entiendo.
Aunque también sé
que te di partes de mí
que no eran las mejores;
pero así,
fácil no te aburrirás.
Para que, cuando te las dé,
de verdad me ames con locura.
Me da rabia que te escondas,
que te dé miedo que te guste
y quieras siempre quererme
con otros amores.
Yo también he tenido que defenderme,
hacerme un escudo potente
y no darlo todo.
Sin más.
Pero al final…
casi siempre,
me derrito de amor
y no puedo esconderlo.
Sé de sobras que contigo
cada día hubiera sido más fuerte,
más ágil,
sin miedo.
Pero esta forma intermitente
me ha hecho pensar más
en ese duelo mental
que, al final,
no avanza como quiero.
Y lo siento,
lo siento si no avanzo,
porque a mí me encantaría
hacerte a ti también avanzar.
Y aunque mis palabras
y mis pensamientos
te parezcan locos,
sin sentimiento o sin duelo,
sé que conmigo
también hubieras avanzado más.
Si te hubieras dedicado un momento
a dedicarme,
conmigo, juntos,
esos pensamientos…
Como cuando estás
y parece que flotas
junto a mí…
y me parezco yo,
tu poeta,
y tu mimosa.
Mimosa.
Mimosa.
Musa.