jesus alberto porras

El viento traspaso mi alma

 

El viento traspasó mi alma,

me abrió en silencio como un relámpago,

y en tu aroma quedaron suspendidas

las gotas tibias de nuestra tormenta.

 

Sudábamos como si la lluvia

brotara desde dentro de la tierra,

como si los cuerpos fueran raíces

y el deseo, un árbol que arde.

 

El río manaba desde tu piel,

desbordado en mis manos,

corría por mis labios

y me inundaba de tu aliento.

 

Ardía el fuego,

pero no destruía:

construía un templo secreto

en la desnudez de tu cintura.

 

Y allí, envueltos en un juego de llamas,

la frescura del mundo nos besaba,

y el sudor era canto,

y el roce, infinito.