El tiempo camina sin huellas ni pasos,
se cuela en el viento, se esconde en tus brazos.
Es hilo invisible que cose destinos,
reloj sin manecillas, eterno camino.
A veces es río que fluye y no espera,
otras, tormenta que arrasa fronteras.
Nos mira callado, sin prisa ni empeño,
pero en su silencio se enciende el sueño.
Nos roba la infancia, nos da madurez,
deshace tristezas, siembra lucidez.
No pide permiso, no ofrece disculpa,
mas deja en las manos la vida que ocupa.
Y aunque es infinito y nunca es igual,
nos presta instantes, tesoro mortal.
Así lo abrazamos, fugaz compañero,
el tiempo es eterno, pero nosotros… viajeros.