Jaime Alberto Garzón

Como si fuera ayer

La amistad no siempre toca a la puerta,

a veces simplemente entra,

se sienta a tu lado

y te ofrece un silencio que lo dice todo.

 

No necesita escenario,

ni promesas diarias,

ni la rutina de los relojes.

 

Puede pasar el tiempo,

pueden pasar los días,

pero basta un reencuentro,

una risa inesperada,

para que todo vuelva a empezar

como si el tiempo no hubiese pasado.

 

Es apoyo cuando las fuerzas se van,

es espejo que no juzga,

es hombro, es risa,

es esa lágrima compartida

que no duele tanto cuando alguien la acompaña.

 

La amistad es servicio sin condiciones,

es un tesoro sin vitrina,

es ese libro que dejaste abierto

y que, al volver a él,

te recuerda quién eres.

 

Es crecer con alguien al lado,

aunque cada uno tome su rumbo.

Es saber que, en cualquier punto del camino,

si miras atrás o hacia los lados,

hay alguien que sigue ahí.

 

Porque los amigos de verdad

no se van:

simplemente

esperan.