En las sombras de mi mente,
donde todo se derrumba,
camino sin rostro, sin nombre,
hacia el borde de mi tumba.
Un ser vacío que no se reconoce,
una sombra rota que nunca se esconde.
Me miro al espejo y veo un abismo,
una piel hueca, un ser sin mismo.
¿Qué soy, si no la mentira que me habita?
Un espectro que sufre, un alma maldita.
La verdad se me escapa, me hiere, me quema,
soy cárcel de mí, soy mi propio problema.
La oscuridad me muerde los huesos,
mi sangre es un río de miedos gruesos.
Cada paso es un clavo, cada aliento un veneno,
y no hay luz ni refugio, todo es terreno ajeno.
El dolor es un eco que nunca termina,
me arranca la carne, me roba la vida.
Quiero gritar, pero mi boca es de hierro,
soy estatua de llanto, soy mi propio entierro.
¿Es esto vivir? ¿Es esto existir?
Caminar sin futuro, fingir resistir,
arrastrar esta sombra que me hace pedazos,
abrazar mi condena, besar mis fracasos.
Ya no quedo yo, solo queda el vacío,
un eco sin alma que grita en el frío.
Soy sombra sin forma, un suspiro roto,
un cuerpo sin luz, perdido y remoto.