No hay mejor mañana
que verte despierta
frente a una taza de café,
con esa parsimonia tuya
que lo dice todo
sin pronunciar palabras.
Te observo desde la distancia,
y aunque sé que estás aquí,
te siento tan lejos,
como un suspiro perdido
en el viento.
Hay cosas
que no necesitan explicación,
simplemente suceden.
El café humea
en la taza que sostienes
y tus ojos,
espejos de tu alma,
me encuentran,
revelando mi presencia.
Una sonrisa de complicidad
Ilumina tu rostro.
Regresas a mí,
intentando sorber
ese primer trago,
siempre tan difícil.
Entre tus labios y la taza
solo existe el deseo.
Vacilas
y luego te convierte en un coqueteo
entre la taza,
el aroma del café
y tus labios.
No hay necesidad de palabras
cuando sabemos que lo hemos dicho todo.
Dejemos que hablen las miradas,
que cada mueca o gesto
exprese lo que siempre hemos negado.
No hay mejor mañana
que verte despierta
frente a una taza de café,
preludio de lo que vendrá.
Anda
toma tu trago;
siempre es bueno tomar las cosas como son,
sin perder ese temple.