Por las aguas azules
del mar Egeo
fui buscando la cuna
de Prometeo.
Mas, se fue alzando una ola.
Y despué otra.
¡Se alzaron hasta tres!
Y entre la espuma
blanca...
Iba volando un pez
que me advirtió:
No sigas adelante
¡Quédate!
Porque en la gran incógnita
puedes desfallecer.
Y yo que no me rindo,
fiero desafíé
las razones de peso
que me dio el pez.
Y hoy, heme aquí ya muerto
con el deseo,
de llegar a la cuna
de Prometeo.