Entregado al dueño,
su misterio,
cada vez más ciego,
un ápice de sosiego,
es otro nivel de sueño…
El agua fluye,
distinta,
un poco menos salvaje,
es el final del viaje,
la esperanza sucinta,
se intuye.
No despierta,
se queda,
duerme y no vuelve,
por lo que será.