¡Pequeña y grande es!
tu luz que ahora comienza.
Hay en tu esperanza,
todo lo que amamos.
Vas a ser quizà y seguramente,
la flor y el cardo,
el fulgor y la noche.
Pero sube tu cabeza
y mira el cielo,
siempre,
sin cesar,
en el jolgorio del vuelo.
Es igual lo que sentís
a un cachorro recién nacido,
que juega inocente y raudo.
Y en el centro de la mesa
un rondel con ese nùmero
¡que tanto te acaricia!