¿Acaso lloras con el silencio de tu alma?
¿Susurran airosas canciones que sueñas?
Puede que en soledad cautives su aliento,
Y que luego en candor, invadas sus venas.
Caricias de una luna febril desdichada,
temblorosa, satírica y tierna espera,
sobredosis de alegorías en confianza plena,
séquito innombrable de emociones ajenas.
Por ser vos en rendición se agobia el asombro,
la sorpresa muere impaciente ante lo inevitable,
paradoja eres de fallidos arrebatos conscientes,
sostén incendiario de textura impolutamente suave.
Somo siempre y casi nunca tan complejos,
sobre el mar embestido de constante alerta,
felices en el tiempo que aligera la razón,
que vuelve inadaptado sin temor a la vergüenza.
Medita con tus noches y mañanas que despiertan,
que se alegran de un pasado que arrebatado ya fue,
que admiten brillar ciegas y sin remordimientos
inexistencia ingrata que tortura de momentos.
Yo solo me niego incluso a mi mismo,
con tal de recatar el corazón perdido entre las yedras,
oculto, quizá para siempre de tus soles,
Dormido sin sentido, arrullado entre las piedras.