Tu sonrisa me llegó,
en una copa bella con matiz divino,
y en la fragua de mi pecho,
un sutil campaneo anunciaba tu paraíso...
La flor de ese beso,
fructificó el primer día de mayo,
de tu aura soleado...
fue un néctar de miel con caramelo...
Tú de rojo fuego,
y yo vestía de un cristalino blanco,
en surtidos de oro,
al capricho de una rosa de lecho...
Del rubí de mi deseo,
escapó una píldora de hipnotismo,
y me ofreciste todo,
hasta un vuelo de gloria y de milagro...