Caminando por el bosque,
el viento me acariciaba.
A lo lejos miré una flor,
hermosa,
como un secreto que el día ocultaba.
Seguí caminando,
y el río se abrió en cascada,
su espuma me rozó con una brisa
que inundó mi ser de nostalgia.
¿Dónde estás ahora,
que no te siento?
No sé si es mi pecho vacío
o si es tu ausencia la que sangra.
Mi ser te anhela.
Camino,
y la naturaleza me recuerda a ti:
cada hoja murmura tu nombre,
cada raíz me devuelve tu sombra.
Las primeras gotas caen,
como si el cielo mismo llorara;
con un gemido que hiere al alma,
como un estruendo que aprieta por dentro
y desgarra lo que aún respira.
Sin aliento,
mi ser sigue buscando
ese encuentro que ya no está,
como si en el bosque quedara
una huella tuya
borrándose con la lluvia.