El sol desciende,
su luz se vuelve dorada,
como un suspiro del amanecer,
como la memoria de un instante perfecto.
Hoy baja suavemente,
dejando que las sombras se alarguen,
acariciando la tierra
como recuerdos silenciosos,
como promesas que esperan ser cumplidas.
Mañana regresará,
con un nuevo día,
un nuevo amanecer,
una nueva oportunidad,
una nueva vida.
Y nosotros,
como el sol,
aprendemos a bajar y subir,
a despedir y recibir,
a soltar lo que se va
y abrazar lo que llega.
Cada ocaso nos enseña
que la luz no se pierde,
solo se transforma,
preparando el camino
para un renacer silencioso.
Porque en cada final
habita un comienzo,
y en cada sombra
una chispa de esperanza.
El sol baja,
nos recuerda que todo ciclo tiene su ritmo,
que la vida fluye,
que lo que se va vuelve,
y que siempre, siempre,
siempre hay un nuevo amanecer.