Yoleisy Saldana

Flores En Tierra Muerta.

Le trajo flores.

Rojas.

Como si el rojo no supiera

del filo que cruzó con sus manos,

como si el perfume pudiera ocultar

la herida abierta en su piel invisible.

 

Las dejó sobre la mesa,

la misma mesa donde anoche

estrelló su voz contra el miedo,

donde los silencios quedaron

colgados como cuchillos.

 

Dijo que lo sentía,

que el amor también tropieza,

que fue un mal día,

que ella siempre exagera.

Las palabras, gastadas,

se deslizaron como ceniza

sobre un cuerpo que ya no creía.

 

Ella recogió los pétalos,

como quien junta cristales rotos

esperando que al unirlos

regrese la luz.

Pero solo encontró espinas,

esas que jamás olvidan.

 

Él pensó que bastaba.

Que la culpa podía envolverse

en celofán brillante,

que la costumbre aún tenía raíces.

Ella lo supo en silencio:

también florecen las cadenas

en la tierra muerta del dolor.

 

Hoy camina por la casa

como un fantasma que sonríe sin labios.

Sus pasos no hacen ruido,

pero su alma grita en cada rincón.

Él sonríe.

Ella sangra.

 

Le trajo flores.

Mañana quizá le traiga

otra disculpa,

o un puñal disfrazado de regalo.

Y algún día,

cuando la costumbre se vista de ausencia,

él llegará con flores,

pero será demasiado tarde:

las dejará sobre una tumba

que nunca llevará su nombre.

 

Y ella, por fin libre,

no estará para perdonarlo.