Mi pucho se apagó en plena calada,
lo asfixió el aire húmedo del mirador en el que estaba,
lo sostuve, pero a mis pulmones su esencia no pasaba,
escuche en silencio que decía: no hagas eso,
le dije cállate pucho, deja de hablar,
quédate en silencio que te necesito inhalar,
y con rabia, trataba de encenderlo con el mechero,
le daba y le daba, necesitaba calmar mi ansiedad,
cuando logre prenderlo me lo acabe de una jalada,
me recosté en el piso,
tratando de recordar: ¿Por qué empecé a fumar?